Hace tiempo que no sé nada de mucha gente. Esto puede parecer hasta cierto punto normal, ¿verdad? Pero bueno, cuando has compartido lo que yo he llegado a compartir con esas personas, te queda el regustillo del ¿Por qué nos distanciamos?
Aquel gracioso pececillo que no tenía memoria. Entrad leed y olvidad, no merece la pena recordar nada de lo escrito.
viernes, 28 de septiembre de 2007
NO SÉ NADA DE TI
miércoles, 26 de septiembre de 2007
EN SILENCIO
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Creo que no, que no podré soportarlo. Aun no he llorado, ¿sabes? La impotencia y la ignorancia no me dejan hacerlo. ¿Donde podré gritar hasta que me escuches?
…
Necesito reventar. Por favor, ven, ven y dime por qué. No es justo. Para toda la vida, para toda la vida el silencio, tu silencio, tu ausencia, tu vacío, tu olor, tu recuerdo, tu silencio. El vacío, el vacío de tu ausencia. La impotencia que no para de hundirme. Quizá aquí, en silencio, a oscuras, consiga hacer pasar el tiempo en paz. Quizá esa botella me ayude, quizá alguna pastilla me eche una mano, ya que tú nada me dices.
…
Ya solo quiero eso, dejar pasar el tiempo, y que pase rápido. ¿Tanto cuestan a veces unas palabras? ¿Tanto te cuesta decirlas? Si pudieras tan solo apaciguar esta desazón con dos palabras. Tan solo dos palabras serían suficientes.
“Se feliz”. Nunca las escucharé.
martes, 18 de septiembre de 2007
"ZAPATOS DE LAS BODAS" VS CONVERSE
Los “zapatos de las bodas” llevaban unos días junto a ellas, al pie de la cama. Cada vez que los veía pensaba que tenía que guardarlos, que se iban a llenar de polvo y a estropear. Y hoy, al irlos a guardar he encontrado la caja de las Converse… hasta me ha dado cosa meterlos ahí.
No es una cuestión de precio, ambos cuestan más o menos lo mismo. Es una cuestión de sentir. Sí, aunque parezca una tontería, no me siento igual con unos que con otros. No los aprecio igual, los quiero de formas distintas y para cosas distintas.
Hay veces que necesito “estar ahí”, pisar fuerte, sentirme en posesión de dos piernas que merecen ser miradas, de dos ojos amenazantes y retadores, blasfemos y capaces de aguantar cualquier mirada y cualquier embestida. Sentir que mis movimientos hacen parar el tiempo y sentir cabezas girando al compás de mis tacones. Me gusta bailar desde ahí arriba y dominarlos, aparentar que estoy acostumbrada a pisar firme con los “zapatos para bodas” puestos.
Y sin embargo, las Converse sacan toda la locura, la dulzura, la comodidad… para mi son eso. Me veo capaz de hacer cualquier cosa, de saltar, de bailar, de subir, bajar, girar, tirarme al suelo, sentarme en el respaldo del banco, pegarte un abrazo… un abrazo cariñoso, largo, fuerte, sintiéndome a gusto, muy a gusto. Me hacen acercarme como una niña a los demás, querer sentirles únicamente para notar su calor, como alguien que se envuelve en una manta para protegerse del frío. Busco la protección de sentirme yo misma, no tengo que aparentar, todos me conocen, miran mis pies y saben que así soy yo, que esas zapatillas horribles, hasta incómodas me muestran tal y como soy. A veces loca, a veces sensible y a veces, quizá las menos, cariñosa.
Por eso, me ha gustado guardar los zapatos en esa caja. Es como esconderme, guardar bajo la apariencia de niña, de esa niña que todos los días da la cara, la mujer que a escondidas y en pocas ocasiones sale, pero que si la miras a los ojos, está siempre desnuda.