He leído este texto:
Otro texto más, de los típicos, de los de “aprovecha el
momento”, de los de “dile a los que quieres que les quieres” y demás. De esos
que todos leemos, compartimos, y nos sentimos genial, se lo mandamos a los
amigos y nos sentimos genial, y decimos que qué razón lleva en todo lo que
dice, que vamos a cambiar nuestra vida, pero al final, como siempre, nada
cambia.
En este texto se dice:
Tenemos la mala costumbre de querer tarde.
Tarde, o a destiempo, o no darnos cuenta de que lo que hay
que querer está delante, no escondido. No vemos a través de los ojos, y hay
veces que es mejor decir las cosas que intentar adivinarlas.
Mantenemos en nuestra vida “amigos” porque sí y llenamos
nuestras agendas de compromisos a los que realmente no queremos ir.
“losmejoresamigosdelmundo”, ya no lo son, son conocidos, que
realmente ni siquiera se conocen. Son extraños que no quieren aceptar que lo
son, son el grupo que no lo es. Pero es que no es fácil salir de ahí. Los
amigos se tienen de uno en uno, no se puede generar amistad en conjunto. Y a
muchos no les gusta el tú a tú, no se sienten cómodos. Yo ya he aprendido a
discretizar, y no me gustan las relaciones superficiales, estoy cansada de
ellas. Mis amigos son pocos, y solo yo sé quienes son, los grupos de amigos
para los botellones. Ya no quiero eso. Quiero poder sentarme junto a uno de
ellos, y hablar sin tapujos, y eso, poquitas veces.
Tenemos la mala costumbre de sentirnos mal por decir no y
de creernos mejores por decir si.
Para mi no es cuestión de creerme mejor al decir que sí.
Desde luego el NO sí que me provoca malestar, me provoca miedo. Miedo a perder
algo, y eso es algo que me aterra. Y se juntan los angelitos a discutir, y me
ponen la cabeza como un bombo. Por que no me gusta tomar decisiones, y menos
aun si estas tienen que ser de sí o no. ¿No dicen eso de que es mejor actuar exponiéndose
a arrepentirse, que arrepentirse de no haber hecho nada? Eso dicen, y eso
pensaba, pero ya no estoy tan segura de que así sea.
Decimos muy pocos ”te quieros” y hacerlo por primera vez es como “buf que
va, no vaya a ser que se asuste”. ¿Asustarse de qué? ¿Cómo una persona puede
asustarse porque alguien le quiera?.
No diría pocos, diría que casi no los decimos. Y es justo
por eso, por que asusta (se asusta él y te asustas tú), por que no nos quedamos
con el “te quiero”, siempre vamos más allá. ¿Cómo voy a volver a mirar a la
cara a alguien después de decirle eso? ¿Después de mostrarme tanto? No nos
gusta desnudarnos, no nos gusta intimar, preferimos mantenernos en la
distancia, y cuando la conversación vaya por temas delicados, la cambio, por que
sino igual me llega a conocer demasiado. Y un “te quiero” significa justo eso,
nada más. ¿Por qué no es así de sencillo? ¿A cuantas personas quieres? ¿Y a
cuantas se lo has dicho? ¿Y es que solo hay una forma de querer? Y no voy aquí
de sobrada, yo lo digo muy poco, y no por no asustar a los demás, sino por no
asustarme yo al oírlo.
Asústate si algún día te vas a la cama sin sentir que
quieres a otra persona.
Yo muchas veces me voy a la cama odiando todo, buscando en
el sueño el olvido. Y lo dejas todo para mañana: “mañana será otro día”.
Asústate cuando seas incapaz de abrazar a alguien y
sentir esa sensación tan extraordinaria que producen los abrazos.
Esto es como lo “te quiero”, se dan pocos, tenemos una
barrera física casi infranqueable. Siempre que puedo abrazo, “gano días de
vida” como dice algún canijo. Nada reconforta más que un abrazo. Pero es muy
difícil llegar a darlo bien, hay que aprender a abrazar, y sobre todo, querer
hacerlo.
Que su suerte es nuestra desdicha y de compararnos como
si fuésemos presa de alguien que busca en comparadores de Internet. Tenemos la
mala costumbre de medirnos por nuestros estudios o por nuestra altura. De
confundir la belleza con la delgadez y de creernos que no somos capaces de
conseguirlo, porque alguien una vez así, nos lo hizo creer. Y no fue nadie más
que tú mismo.
Pero decirle a uno mismo que está equivocado es tan difícil.
Uno tiene sus propias convicciones y, al menos a mi, nadie me saca de ellas.
Eso sí, tolero, pero mi idea sobre algo… es mi realidad y la realidad, es la
realidad, a ver como la cambias. Hay que estar guapo, hay que joderse si la
otra es más mona, o si él otro se va de fin de semana, que yo me quedo aquí.
¿Pero aquí que hay? ¿Por qué no nos paramos a mirarlo?
Tenemos la mala costumbre de escuchar poco y hablar
demasiado.
Este no es mi caso, soy muy callada. Pero si siento que no
me escuchan. O… igual no es así, y tengo esa mala costumbre, igual hablo
demasiado. Por que todo es tan relativo.
Wasapeamos mucho,
dormimos demasiado
y follamos poco.
Menos wasap y más follar, no tengo más que decir.
¡ENAMORÉMONOS TODOS LOS DÍAS DE NUESTRA VIDA!
Ya, pero ¿de quien? Que frase más bonita. Aquí es cuando te
dicen que te enamores de la vida… menuda chorrada. Que yo si hace falta
encontrar a un tío cada día para enamorarme lo hago… por que ¿qué es
enamorarse? O no es así… ¿me tengo que “enamorar” de una flor, del color del
cielo, del olor a tierra mojada, y de toda esa sarta de soplapolleces? No me
queda claro, no… es como el que te dice que hay que ser feliz… claro, hay que
ser feliz. La felicidad no existe, existen los momentos felices, puntuales. Lo
demás… se lleva. De todas formas, tú enamórate todos los días, tiene que ser la
polla.
No dejes que la rutina o la sensación de eternidad
descuide lo verdaderamente importante de tu vida.
Si entras en el círculo de la rutina mueres. Y salir de ella
es tan fácil si quieres. Pero la cuestión es que muchas veces no queremos. Por
que anhelamos lo que no tenemos. Con lo a gusto que se está en casa descalza,
en pijama, en el sofá, y con el calor de dos, o tres criaturas. ¿Y que más
quieres?
Quiere ahora, no mañana.
Y así termina. Y la verdad es que es así de sencillo, pero
lo hacemos más complicado, por que nos liamos mucho la cabeza, y en vez de
aprovechar lo de ahora, pensamos en lo de mañana, y dejamos el ahora para otro
momento.
Y no deja de ser una chorrada de texto, el típico, pero cada
vez que leo alguno no puedo evitar tener esa doble sensación. A veces me
parecen frases sin sentido, que quedan muy bien escritas, y otras veces las veo
llenas de contenido, y encuentro tanto sentido a lo que dicen.
La vida hay que hacerla simple, y creo que no dejaré de
estremecerme cada vez que al darme un beso me digan,“te he encendido una estrella”.