miércoles, 14 de noviembre de 2007

Ella


Cada mañana su taza la acompaña, le da los buenos días y permanece tranquila asida a su mano, sin ganas de moverse más que lo justo. La vida vuelve a empezar, el sol intenta asomar y ella guiña sus ojos para no dejarle pasar. Prefiere no pensar mucho, su mente anda igual que su taza, perezosa. Además, con todo un día por delante para soltar amarras, es mejor dejar el ancla en tierra un rato más. Cada vez se le hace más duro estar sola, pero cada vez es más exigente. Cada chico que ose sonreírla tiene que pasar unas pruebas, y ninguno las pasa todas. Y si alguno está cerca de pasarlas, no cumple el requisito principal, se queda sin gas para el mechero y sin posibilidad de encender la chispa. ¿Pero la chispa que coño es?

Ella piensa que la vida no puede ser tan complicada, que encontrar a alguien con quien compartirla no puede ser tan complicado, que aquella maceta aun no se le ha secado, y, bueno, animales aun no tiene, pero cualquier día se compra un pececito de estos naranjas y una pecera, no muy grande, su casa es pequeña y total cuando el pez llegue a un extremo de la pecera ya no recordará donde está el otro.

El día pasa, pasa, pasa, y el tintineo de las llaves le recuerda de nuevo que traspasada la puerta volverá a encontrarse sola. Unos días entra en una casa fría y otros entra en su mundo de libertad, donde poder hacer todo lo que quiere.

Hoy igual es una noche especial, quizá la almohada se acerque más de lo moralmente recomendable, tal vez la luz del salón quiera hacerle compañía y permanezca encendida toda la noche, o igual el sofá la abrace y no la deje levantarse. Igual esos caprichosos les de hoy por darle una sorpresa. Pero si no es así, sus calcetines la acompañarán hasta el dormitorio y dormirán al pie de su cama, perdiendo el calor poco a poco y pasando a la categoría de ropa sucia en cuanto ella pise el suelo a la mañana siguiente con sus pies descalzos. Ellos ya no le darán los buenos días, pero en la cocina sí la esperan. Su taza volverá a acompañarla y darle los buenos días. Algún día alguien se la traerá.