lunes, 27 de junio de 2011

UN CUENTO DE HADAS

Os voy a contar un cuento. Hace mucho tiempo existía un Hada muy buena llamada Julita. Era el Hada Madrina de Raquel, una hermosa princesita que vivía muy lejos, entre las montañas. Desde que Raquel nació el Hada Julita la estuvo protegiendo, cuidando, vigilándola en la distancia, haciendo todo lo que podía para que nunca le pasara nada, para que todo en la vida le fuera bien. Raquel vivía muy feliz en sus montañas, tenía una vida tranquila. Pero existía un brujo malo, el Brujo Chafón, que quería arrebatarle la felicidad a Raquel. Fueron muchas las peleas que el Hada libró con el Brujo y en todas ellas salió victoriosa, consiguiendo así que la felicidad siguiera al lado de Raquel.

Sin embargo el Hada Julita fue cumpliendo años, y la vejez hizo que cada vez tuviera menos fuerza para luchar por mantener la felicidad de Raquel. La soga que mantenía la felicidad al lado de la princesa se fue haciendo cada vez más débil. El Brujo Chafón se enteró y aprovechó la ocasión para urdir un plan para quitarle definitivamente la felicidad a Raquel. Raquel iba a tener un bebe, y el Brujo había decidido robárselo cuando naciera. El Hada Julita se enteró del los malvados planes del Brujo, pero estaba demasiado cansada para luchar una última batalla con él.

El Hada decidió hablar con el Brujo y hacer un pacto con él, ella le entregaría su alma a cambio de que dejara al bebe crecer al lado de su madre. El Brujo aceptó el trato.

El bebe nació sano, pero con la sombra de la amenaza del Brujo. Julita esperaba tranquila el momento en el que el pacto se cumpliera. Un día el bebe comenzó a enfermar, no quería comer, Raquel estaba muy preocupada En ese momento el Hada Julita fue perdiendo fuerza, sabía que el momento había llegado. Se despidió del bebe, se despidió de su princesa Raquel y de todos aquellos que siempre habían estado con ella queriéndola, y cerró los ojos para siempre. Una luz intensa salió del pecho del Hada Julia y entró como una bocanada de aire fresco por la boca del bebe, llenándolo de vida. Desde ese momento Raquel supo que ya nadie podría quitarle la felicidad, que su Hada Madrina siempre estaría flotando alrededor de ella y que su bebe viviría feliz gracias a el último aliento de su querida Hada Julita.


Acompaño en el sentimiento a todo aquel que no conoció a Julita, una de las personas más buena que he conocido nunca. Su paz y su bondad siempre estará con nosotros. La vida no es justa, nos quitan a los mejores demasiado pronto. Un abrazo para ti, Julita, que sé que nos estás viendo desde allí arriba.

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