No, no estoy enamorada de ti, pero ayer te habría besado.
Ayer me habría ido contigo al fin del mundo, habría prolongado ese abrazo para
siempre. Me hubiera gustado quitar tanta ropa de en medio, y haberte sentido.
Haber recorrido tu espalda, haber besado tu cuello y continuar con esa
respiración tranquila, suspirar, respirar y acelerar. Y seguir sintiendo esa
felicidad y seguir sintiéndote, y saber que estás y agarrarte fuerte, muy
fuerte para que no te vayas nunca.
Yo no me lo merezco, y tú no te mereces esto. La vida a
veces se complica, y se confunde y nos da bufandas en verano y chanclas en
invierno. Yo las voy a guardar. Tengo bufandas, pero ninguna como esta, y
chanclas, pero con ninguna ando tan cómoda como con estas.
Te pienso muchas veces, vas y vienes, y me da miedo que
puedas desaparecer. Pero no soy quien para retenerte, tienes que buscar,
encontrar, vivir, llorar… con alguien y esa no soy yo, ahora no. Y lo vas a
hacer, estoy segura.
Desde lo más simple te encontré, sin preocupacione apareciste,
sin tapujos me comporté, y sin pretenderlo nos enredamos. Y ya no es fácil
desenredar la madeja, y aunque lo fuera, no lo quiero hacer. Me siento
afortunada, muy afortunada, y alagada, ya lo he dicho, no lo merezco.
Por eso te quiero dar las gracias, por escucharme y por
entenderme.
Por hacerme sentir bien, por hacer que haya días en los que
me mire en el espejo y me vea guapa.
Por quedarte.
Por ser un auténtico caballero y hacerme sentir como una
princesa.
Por quererme, y por que te quiero y me gusta quererte.
Pero sobre todo, gracias, muchas gracias por abrazarme, ojalá sigas haciéndolo toda la vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario