lunes, 28 de noviembre de 2011

Lo que la naturaleza no da, Salamanca no procura.

He vuelto a recorrer sus calles, a sentir su frío, y a ver sus semáforos, con ese gracioso muñequito andando.

Y de cada esquina tenía un recuerdo y gestaba otro. A cada paso recordaba e intentaba olvidar, afianzaba cariño, mataba fantasmas, quemaba hogueras y avivaba ascuas.

Cómo pasear por allí sin sentir, como no relajarme y saber donde estoy. Como no pasar cerrando los ojos para no dañarlos.

Hacía tiempo que no me sentía así, mucho tiempo, hacía tiempo que no me acariciaban así, hacía tiempo que no me miraban así. Así me miraron hace años en esta misma ciudad.

Mira que eres bonita, Salamanca, mira que me has traído cosas buenas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Llego a Madrid a las ocho d la mañana. Apenas m voy a quedar unas horas, no tiene sentido telefonear a los amigos o arreglar algún encuentro. Decido caminar por los lugares q m gustan y termino fumándome un cigarro en un banco dl Retiro.
- Usted parece q no está aquí – M dice un anciano sentándose a mi lado.
- Estoy aquí –respondo- solo q doce años atrás. Sentado en este mismo banco con una antigua novia.
- Aproveche –dijo al anciano- Pero no s olvide d q el recuerdo es como la sal: en la cantidad adecuada l da sabor a la comida; pero si s exagera, estropea el alimento. Quien vive demasiado en el pasado, gasta su presente en recordar.