lunes, 17 de abril de 2006

ABRAZO

Te coge con el brazo por la cintura, te acerca un poco a él, tú te dejas llevar, le pasas una mano por el hombro, la otra mano avanza para rodearle el cuello. Él, con su otra mano, te aprieta fuertemente contra su cuerpo. Y entonces es cuando todo se para. Te quedas ahí, apretando fuertemente, mientras sus manos recorren tu espalda, al principio con fuerza, pero poco a poco lo van haciendo más suavemente, como acariciándote. Y si en ese momento ves que va a terminar, te apresuras a volver a apretar fuertemente con los brazos, para volver a notar ese abrazo, esas ganas de estar siempre ahí, y ese contacto que en silencio dice tantas cosas. Pero termina, siempre termina como si ninguno quisiera separase; te vas alejando poco a poco, intentando mantener el contacto, intentando que la distancia que estás tomando no te separe y por eso giras hacia un lado, como si las primeras partes en tocarse fueran las que tuvieran que separase por último. Un paso atrás, su brazo y tu brazo se van recorriendo, hasta encontrarse las dos manos. Y paras, con su mano estrechada, paras, cruzas unas palabras, un hasta luego, y son tus pies, que no esa mano, los que te obligan a, poco a poco, perder el contacto de su palma, a dejar de notar sus dedos, sus yemas… y finalmente consigues separarte.

No hay comentarios: