miércoles, 19 de abril de 2006

LO SABÍA

Y ella recuerda todo aquello, y cada cierto tiempo vuelve a su cabeza, y cada vez que vuelve le tiemblan las manos pensando en mandarle una señal. Sabe el peligro que tiene hacerlo, sabe que la única salvación es la distancia, por que sabe que si algo pasase sería…para que engañarnos, un enorme placer, pero un error. Y recuerda, y desea volver a estar entre sus brazos, sintiendo como le sujeta con firmeza, pero con delicadeza, sabiendo perfectamente como llevarla, como indicarla, acercándola, sintiéndose, los dos cuerpos juntos. Como la cogías las manos, como movías sus dedos, para sentir el roce de la piel. Como le ofrecía su mano, sabiendo los dos, que esos momentos eran mágicos, que eran cortos, pero lentos, rodeados de gente, pero sólo para ellos. Se miraban, se buscaban, expresaban con la mirada todo lo que deseaban y todo lo que no podían hacer. Mirada que pedía, ven a por mí, acércate, extiéndeme tu mano y dame otro momento a recordar. Sabe que es todo físico, sabe que es atracción física, pero una atracción brutal, un deseo enorme de encontrarse solos, de tener un momento en soledad, una parada del tiempo, para poder continuar todo lo que ha empezado en tantas ocasiones, sin tener que mirar alrededor. Y ella sigue sin poder quitarse de la cabeza esas caricias a escondidas, sus manos descendiendo lentamente por la espalda, en un momento de confusión, sus piernas entrecruzadas, sus muslos rozándose, sus caderas pegadas. Esos besos. ¿Qué se siente cuando te acarician la espalda? Le preguntó, ella no supo que contestar, pero moriría por volver a sentirlo. Lo va a hacer, va a mandar esa señal, y esperará, por el tiempo da ocasiones, y el tiempo evita ocasiones. Y las ocasiones pueden ser un peligro, pero sin riesgo que aburrida sería la vida. Y que podrá pasar? No lo sabe, pero se va a arriesgar.

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