lunes, 4 de diciembre de 2006

Vaya... un mal día... no me hagas mucho caso...

Dura por fuera, así me muestro. Por que en realidad, en la realidad de casi todo el mundo, nada está pasando. Y lo soy, claro que lo soy. Soy fuerte para soportar esto y mucho más. He soportado presiones peores, momentos más críticos y no se me ha notado. Me derrumbo a solas, y en cuanto me miras tengo la cara de siempre. Experta que soy en disimular. Pero aquí, necesito contarlo, por que duele, duele mucho. Pero me lo tragaré, como muchas otras cosas. Por que no soy pesada, por que si algo es de una manera por algo será, y sí, al final va a resultar que soy pesimista, pero es que estoy cansada de ilusionarme a lo tonto. De confiar, de querer, de sentir, de creer en el amor, en el enamoramiento, en la vida llena de aventuras y saltos al vacío… Cuando algo pasa, apuntas, tomas nota, repasas, subrayas y te quedas con lo importante. Te dices, uys, pues es verdad esto que he escrito aquí, esto que lo escribí casi sin enterarme, como un autómata que va tomando apuntes sin reparar en lo que a su alrededor anda pasando… pero relees, y asumes. Cuesta mucho, muchísimo asumir. Y más aun cuesta asumir sin certeza, asumir bajo arenas movedizas, que en cualquier momento te engullen o te hacen flotar de nuevo. Y cada día, cada palabra se clava, y aumenta la herida que andas intentando curar, intentando que cicatrice, pero quizá sea más honda de lo que piensas, quizá aun no haya salido todo lo que tienes dentro, y puede que no salga nunca y tengas que vivir toda la vida con ello. Con la duda, con la incertidumbre, con el dolor de la incomprensión, de la perdida, de la ausencia. Y todo eso te haga comportante de forma distinta y algún día, incluso pueda hacerte llorar. Llorar por la idiotez, por la estupidez, por el silencio. Y mientras tanto, mientras esa herida se mantenga abierta dolerá. En un dolor ciego para todos, mudo, sordo… que rebotará una y otra vez en mi cabeza, que acallaré con argumentos vacíos de mi y llenos de razón. Una razón que no soy capaz de tragarme y hacerla mía. Por que soy estúpida, lo sé, lo soy. Quizá ahí esté la cuestión. Quizá ahora si la soledad me acompañase caerían lágrimas de mis ojos, lagrimas reales. Pero ya lo dije antes. Es un dolor ciego para todos, un dolor mudo que no se puede gritar a los cuatro vientos. Un dolor que al no conocerlo nadie es fácil de alimentar. Como si toda tu piel te ardiese y no dejasen de abrazarte como muestras de cariño. Y tú, sonriendo como una estúpida… ¿ves? Al final llegamos al mismo punto, la estupidez.

Pero nada de preocuparse, que estoy bien. Que soy fuerte, muy fuerte. Que sí, que lo asumiré, lo aceptaré. No me pidas que lo entienda, pero sabré vivir con ello. Sé vivir con muchas cosas… en el fondo, tengo siempre la sensibilidad a flor de piel, pero puesto siempre el caparazón, de manera que nadie sabe lo que pasa por dentro, solo yo. Las heridas me las curo sola, soy fuerte, dura, entera… pero duele muchisimo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Guau Mari . . . . Vaya mensaje . . .

Un día destos vamos a tener q hablar tú y yo muy seriamente. . . .