El corazón está tranquilo, ya nadie lo mueve. De tanta tranquilidad creo que va a morir. Las lágrimas ya no caen, su sabor salado desapareció, no mojan ni para bien ni para mal. Las caricias que estremecían volaron, alto, lejos, al mundo de lo inalcanzable. Miro alrededor ávida de sentir, de que algo me golpee hasta hacerme sangrar, me tire al suelo y arrodillada sacar fuerzas para volver a levantarme. Flotar siempre es la misma línea, día tras día, ver el horizonte desde la misma perspectiva, desespera. Con la cabeza agachada miro las flores con el rabillo del ojo. Ya, nadie me trae flores.
3 comentarios:
Será cuestión de que yo vaya y te las deje en tu puerta?
Llama a la puerta, que igual se abre.
:D
Me gusto mucho
... ya nadie me trae flores....
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