martes, 7 de noviembre de 2006

COLOR


Miro alrededor buscando algo… buscando algo que me sorprenda, algo que me haga despertar, que levante mi cabeza y mi mirada deje de mirar los adoquines grises. Pero mirando al suelo poco puedo ver. Me recreo en ellos, todos iguales. Andando los veo pasar, monótonos, sin color, algunos rotos, lo que los hace más desagradables aun, más hastíos, más difíciles de dejar de mirar… me quedo mirando sus aristas rotas, bajando aun más la cabeza. No veo nada, nada que me haga levantar la cabeza, nada que me haga salir de mi mundo de adoquines.

¿No ves nada más? ¿no? Pero… ¿Dónde estas mirando?

A todos lados, miro a todos lados y solo veo adoquines, nadie quiere mostrarme nada distinto, todo a mi alrededor es gris, a veces más claro, otras más oscuro, pero siempre gris.

Estas equivocado. No estas mirando adecuadamente. Pretendes que el exterior tiña tu interior, te dejas arrastrar por lo que quieres, no te das cuenta que eres tú el que tiene que poner color. Y no busques el color en aquello que piensas que seguro existe pero no ves. Busca el color dentro de ti. Mira ese adoquín y fíjate bien, por que no es igual al de al lado, por que aquel que esta roto no es peor, ni más desagradable, sino que es distinto y sus aristas igual están dibujando caminos. Cuando uno lleva tiempo con la cabeza caída, y la mirada puesta en el suelo, cuesta encontrar fuerzas para mirar hacia arriba, pero no esperes que alguien tire de tu barbilla con su mano, y te mire a los ojos. Hazlo tú, levanta tu mirada y busca el color en lo que te rodea.

Persigue la mirada fugaz que por un momento ves, atrapa esa sonrisa esquiva, atesora esos dedos que te acarician, no los dejes pasar, no bajes la mirada, juntes tus labios o apartes tu piel… déjate seducir. Y para eso, no hace falta ser seducido, hace falta querer serlo.

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